La Red Europea Iglesia por la Libertad considera que el tema de la "sinodalidad" de la próxima Asamblea General del Sínodo de los Obispos, que acaba de presentarse antes de Pentecostés, es una evolución conforme al Evangelio del principio de "colegialidad" ya bien restablecido en la época del Concilio Vaticano II (1962-65), al asociar a todos los bautizados para tener en cuenta el "sensus fidelium" y las legítimas aspiraciones de las mujeres y los hombres de hoy.

Desde el punto de vista de nuestros movimientos que reclaman reformas, es de agradecer que la ambiciosa idea de un "camino sinodal" presentada por el nuevo Secretario General del Sínodo de los Obispos en Roma, el cardenal Mario Grech, sea un proceso, y no un acontecimiento puntual, que vincule a la Iglesia universal, y que implique

la participación de todos los creyentes, partiendo de la base y beneficiándose de la diversidad de aportaciones de las regiones y los continentes.

Pero será necesario, desde el principio, que esta participación se plantee en términos de decisión y no se reserve sólo a los obispos, y que una estructuración transparente establezca el orden de las diferentes responsabilidades. Deberían tenerse en cuenta las valiosas experiencias del Camino Sinodal actualmente en curso en Alemania, así como los procesos comparables en, por ejemplo, Australia, Irlanda y Austria.

Creemos que nuestra Red Europea y sus grupos nacionales y locales tienen la responsabilidad de participar en este proceso para permitir que todas las personas que están en o al margen de las parroquias y los movimientos, que están abandonadas o incluso excluidas por la institución religiosa, que a menudo han perdido toda la confianza en las estructuras eclesiales, expresen sus expectativas en la Iglesia.

También nos parece que este proceso sinodal debería ser la ocasión de un diálogo con las demás Iglesias cristianas, que están comprometidas desde hace mucho tiempo, de diversas maneras, en este camino sinodal. Este tema podría ser una oportunidad para el diálogo ecuménico.

Los escándalos de abusos sexuales y de poder, la exclusión de las mujeres de todas las funciones ordenadas y una doctrina anticuada, especialmente en el ámbito de la moral sexual, han provocado una enorme pérdida de credibilidad de la Iglesia Católica Romana. Por tanto, ya es hora de que un camino sinodal universal, sin tapujos ni restricciones, haga posible la inculturación contemporánea del mensaje cristiano en las diferentes culturas. Al mismo tiempo, esta inculturación debe proponer a los pueblos del mundo un mensaje único de justicia, paz y salvaguarda de la creación. Sólo así la Iglesia Católica Romana tendrá la oportunidad de recuperar su credibilidad y asumir su responsabilidad en el futuro de la sociedad mundial.

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